«Lo guardo por si acaso» : cuando para tirar algo se necesitan + de dos

Sin llegar a los límites extremos que podemos observar en el Síndrome de acumulación progresiva,  el pensamiento recurrente de “Lo guardo por si acaso” es una conducta  bastante común que afecta en distintos grados a más del 10% de la población mundial, aunque no hay criterios diagnósticos establecidos y es un campo poco conocido.

Tampoco  existen estadísticas de prevalencia de este trastorno, pero hay  evidencia de la asociación entre el desorden, la dificultad para deshacerse de objetos que ya no son útiles, no nos pertenecen u ocupan demasiado espacio y rasgos de personalidad asociados con dificultades  en tomar decisiones, en la mayoría de los casos se trata de distintos niveles de ansiedad o depresión.

En este contexto, resulta útil la figura del “ consultor y organizador profesional de espacios”, un profesional que complementa el trabajo del psicoterapeuta. Hablamos de situaciones que no son extremas pero en las que el psicólogo detecta que hay obstáculos en «ponerse en marcha» por un lado o en mantener el orden ya conseguido por otro.

Comenzándo el año 2019, la plataforma Nerflix presenta a modo de reality show «Tidyng up with Marie Kondo»

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¿Por qué un Reality show de estas características sería una propuesta atractiva?

Y la respuesta es: Porque la organización del ambiente, del espacio físico, implica la organización del espacio mental…. y ésto no siempre es fácil de lograr. En algunos casos, el trabajo puede comenzar por la línea de menor resistencia, ordenando el espacio para luego trabajar las dinámicas y conflictos personales relacionados.  Esa es la letra pequeña de la técnica  de ser feliz con menos y mejor ordenado.

La función de estos counselors suele consistir en ayudar  a sus clientes en la transformación de los espacios en los que viven (casa/lugar de trabajo) y aconsejar qué cambios hacer para mejorar su experiencia(distribución de muebles, luz, colores, etc).

Un hogar o un lugar de trabajo tienen que ser algo más que un espacio bonito. A nivel práctico deben cubrir  todas nuestras necesidades, y a nivel estético, cuanto más respondan a nuestros gustos y se identifiquen con nuestra forma de ser, nos harán sentir mejor. El saber que estás detrás de cada detalle, que lo has hecho tú, hará que lo sientas tuyo, que te sientas bien.

¿En que casos suele ser necesario pedir ayuda?

Una separación, la pérdida de un ser querido, la des- organización y el desorden de personas con un ritmo de vida agobiante. La vida nos plantea situaciones,  en que las circunstancias y los problemas que conllevan, nos superan y acaban casi por bloquearnos.

 Casi siempre se trata de algún grado de duelo que dificulta tomar decisiones..

¿Cómo  se trabaja  en cada situación?

En una separación,  volver a crear un «hogar» puede no ser tarea fácil, se trata de tener que montar un espacio íntegramente o acomodarnos con aquello  que nos ha quedado de un  reparto y no siempre es lo que deseamos conservar.

Cuando fallece un ser querido o debemos  ingresarlo por una enfermedad -sabiendo que no va a volver-  la ingrata tarea  de vaciar un piso,  o simplemente una habitación o un  armario es un problema agregado. Entendemos que debemos hacerlo, pero en este caso, el cambio,  se nos hace  muy doloroso, y se transforma en un desafío.

En todas esas circunstancias, siempre se trata de un «dejar ir» para ordenar nuestro espacio pero también nuestra mente. porque detrás de cualquier tipo de organización de objetos se esconde alguna escala de valores personales sobre cómo uno desea vivir.

Como psicóloga he  podido valorar que existe una asociación entre el desorden y la dificultad en registrar el disconfort o el malestar o la falta de libertad que las cosas imponen.

En general,  he visto  que  la desorganización de la casa, la acumulación de cosas, hace que el cliente acabe sintiéndose incómodo en el lugar que debiera ser su refugio, tanto si  vive solo o  con su familia pero parece ser incapaz de cambiar su situación. Esta coyuntura  puede resultar de la falta de tiempo, o en casos más extremos, de un Síndrome de acumulación , en ambos casos, siempre existen tensiones .

Cuando la persona solicita mis servicios, seguramente ya ha pasado por un momento de “toma de consciencia” de que no puede cambiar solo, afrontarlo en solitario puede resultar  muy difícil,  ya que  estos procesos suelen darse en el medio de  circunstancias muy complejas y generalmente con una historia de intentos fallidos de organización , por eso el tener una persona que  acompañe en la tarea al inicio, que te ayude a arrancar, puede resultar vital para que el proceso se haga menos doloroso y resulte más sencillo, y sobre todo,  para que no se haga eterno.

 El nivel de compromiso e implicación por ambas partes cambia radicalmente.  Con el  acompañamiento de alguien,  es mucho más difícil caer en  el prorrogar, rechazar, delegar y es más fácil  resolver las tensiones asociadas a la ansiedad por elegir, conectar emocionalmente con cada objeto para ver si es desechable, etc.

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El trabajar con alguien externo implica un mayor compromiso , la evidente necesidad de avanzar, se hace menos ineludible.  El apoyo emocional,  aumenta el trabajo de autoconocimiento y el saber que cuentas con alguien ayudándote, a quien puedes recurrir, potencia la firmeza y la seguridad de que lo vas a conseguir.

Este tipo de abordaje es aún poco común en el mundo de habla hispana pero está ampliamente desarrollado en USA, se trata de la figura del Professional organizer.

Es muy útil  en los casos en que la persona solicita ayuda psicoterapéutica y en las que su dificultad para ordenar los espacios es secundaria a una crisis : divorcio, mudanzas, problemas financieros que suponen reducir la vivienda, viudez, síndrome del nido vacío. En este escenario, el consultor «organizador profesional» actúa como un acompañante terapéutico en tanto  sostiene un espacio de salud (mental) para permitir avanzar sobre las dificultades en “ponerse en marcha». Es un trabajo en equipo psicoterapeuta-consultor-paciente/cliente.-

 Raquel Ferrari

Duelo, algunos tips

El duelo no es una «enfermedad», por lo tanto, no podemos diagnosticarla siguiendo los criterios habituales; es una experiencia vital, una reacción sana y adaptativa frente a una pérdida que es necesario transitar sin necesidad de medicación, subjetiva o psicológica, que no da lugar a cambios somáticos y del que no se muere(…) tal vez, sea más correcto hablar de duelo patológico o normal y restringir al primero la categoría de enfermedad.-(Engel, 1961)

Duelo normal:

Síntomas cognitivos

  1. sentido de presencia
  2. pérdida de la autoestima
  3. preocupación por lo perdido y su posible recuperación
  4. Negación: «no puede ser verdad»
  5. Confusión (problemas de concentración y atención)

Síntomas emocionales:

  1. tristeza
  2. enfado(por no haber podido cambiar algo)
  3. impotencia
  4. shock
  5. alivio(sobre todo en enfermedades largas)
  6. fatiga (apatía)
  7. ansiedad (temor al futuro)
  8. culpa
  9. Soledad( emocional o social)

Sintomas conductuales

  1. trastornos del sueño
  2. trastornos de la alimentación
  3. suspirar
  4. aislamiento social
  5. soñar con lo perdido
  6. evitar recordatorios del fallecido
  7. llorar
  8. hiperactividad sosegada
  9. Buscar y llamar en voz alta
  10. Aislamiento social
  11. Visitar lugares o llevar consigo objetos que recuerdan la pérdida

Síntomas somáticos

  1. vacío en el estómago
  2. opresión en el pecho
  3. opresión en la garganta
  4. hipersensibilidad al ruido
  5. sensación de despersonalización
  6. falta de aire
  7. debilidad muscular
  8. sequedad de boca

(tomado de Worden, 1997)

Duelo complicado:

Implica procesos que tienden a cronificar la pérdida, su duración es excesiva, la persona es consciente de que no puede avanzar.

También incluye «duelos retrasados» la reacción emocional en el momento de la pérdida no fue suficiente y surge tiempo después,desencadenándose a través de alguna situación o recuerdo ej: » en vacaciones siempre ibamos….»

O «duelos exagerados»: síntomas intensos e incapacitantes, trastornos ansiosos y depresivos, etc..

O «duelos enmascarados»: conductas desadaptativas o síntomas ( dolor de cabeza, alergias, problemas dermatológicos).-

Al abordar un duelo, lo consideraremos complicado cuando:

  1. Un acontecimiento aparentemente trivial desencadena una reacción exagerada
  2. En las sesiones de terapia apraecen temas de pérdidas en forma recurrente
  3. La persona experimenta un dolor intenso y reciente no importa el tiempo pasado ya
  4. Se detectan impulsos destructivos (hacia otros o hacia sí mismo)
  5. Se porducen cambios radicales de estilo de vida con un toque bizarro y evitación del lugares o pesonas ligadas al fallecido, que no mejoran ni permiten olvidar lo perdido.-
  6. Se imita a la persona muerta
  7. Aparece una tristeza «inexplicable» cada año en la misma época
  8. presencia de síntomas similares a los vividos por la persona fallecida
  9. Sentimiento que no evoluciona de vacío y desesperanza
  10. no hay un dia´logo interno sino un monólogo centrado en lo negativo
  11. pérdida de la autoestima

CONCLUSION:

El duelo puede o no ser una enfermedad. El proceso de duelo es un mecanismo de adaptación a una nueva situación y por lo tanto podemos definirlo como «normal» o «normalizado».-

En algunos casos este proceso cursa con síntomas que pueden derivar en un trastorno por aparición de cambios en la frecuencia, tipo o duración de los mismos.-

Bibliografía:

Engel.GL: (1961): Is grief a disease En Psychosomatic medicine Vol.XXIII nº1

Neimeyer R:A (20029 . Aprender de la pérdida. Barcelona paidós

Worden, J.W (1997) El tratamiento del duelo:asesoramiento psicológico y terapia. Barcelona. Paidós

5 pasos para sobrevivir a un divorcio

Aceptar un divorcio puede ser complicado. Quizás porque el fin de una relación es como experimentar que algo muere. Aún si eres tú el que decide romper y crees que hacerlo es la mejor alternativa para todas las personas involucradas en la cuestión, dejar ir y terminar ese vínculo  significa pasar por las mismas etapas de duelo que pasarías en caso de alguna muerte.

Elisabeth Kubler-Ross, MD, en su libro Sobre la muerte y los moribundos (1969), destacó las fases del duelo y su modelo ha sido aplicado a distintas situaciones de pérdida incluido el divorcio o el fin de una relación de pareja.

 

 

1- Negación

En esta fase son nuestros sentimientos más que nuestra razón los que rigen nuestro sistema de creencias mientras intentamos pensar nuestra vida sin el otro. Aunque sepamos que la relación está terminada, no terminamos de creerlo. Contra toda opinión de la gente que nos rodea, seguimos alimentando fantasías de resolución de los problemas o cambios insospechados. Vemos destellos de esperanza en medio de lo obvio del fin, esta es la fase en la que somos más vulnerables a los mensajes de texto recibidos a altas horas de la noche o a intempestivos encuentros sexuales  con nuestra pareja tipo «touch & go».

2- Ira

Se manifiesta de distintas formas:

-ira contra tu ex («Como pudo hacerme esto a mí»?, «Como puede ser tan egoísta»?),

-ira contra Dios o el universo («Por qué nada me sale bien?» «Por qué estoy marcado para la desgracia»?),

-ira contra las personas o situaciones asociadas a la ruptura ( ira contra la/el otra/o,

-ira contra el desempleo de tu pareja «porque fue ahí cuando cambió» e

-ira contra todos aquellos que no comparten tu ira («puedes creer que Jorge y Ana todavía son amigos suyos después de lo que me hizo?»

Esta es la fase en que pensamos que es una buena idea contarle a todo el mundo lo psicópata y perverso que era nuestro/a ex. También suele ser la etapa de mandar furibundos e-mails  porque no queremos que piense que logró lo que quería.

3.Negociación

La negociación suele ir de la mano de la negación. Significa estar buscando  cualquier posible vía para hacer que la cosa funcione , por ejemplo diciéndole a tu ex que vas a cambiar, o iniciando terapia o acusándolo de que con su actitud está lastimando a los chicos, a su familia, a tu familia y al perro por atreverse a dejarlos.

Y, por supuesto, esta fase no se reduce a negociar solo con tu ex; mucha gente negocia con Santa Rita o la Vírgen Desatanudos prometiendo ser mejor persona si hace que la pareja regrese. Durante esta etapa, puede que te empiece a interesar la astrología, el tarot o cualquier cosa que permita pronosticar un regreso. Este es también el momento en que salimos a reclutar a amigos y parientes que puedan hacerle «entrar en razón».

4- Depresión

La depresión, como la ira, aparece disfrazada también de cansancio físico, no querer hacer nada más que estar en la cama, sentirse desconectado de la gente, estar al borde de las lágrimas la mayoría del tiempo, tener problemas para dormir o dormir demasiado, perder el apetito o darse atracones, consumir más alcohol y (lo más importante) sentirse absolutamente desesperanzado. Y este estado es el que más debilita. Es lo que hace que creamos que nada volverá a estar bien nunca más.

5. Aceptación

Esta es la etapa en la que somos capaces de hacer las paces con la pérdida. No sucede de repente, sino gradualmente, paso a paso, intercalada con alguna de las otras fases.

La aceptación no siempre supone armonía y flores sino más bien un estado cercano a la tristeza. Significa dejar ir a la relación y continuar con nuestra vida. A veces parece que esta etapa nunca llegará, lo que supone que todavía estás luchando con alguna de las otras fases.

Conocer las fases de la pena puede ayudar a normalizar tu experiencia de ruptura. También es importante saber que no existen límites de tiempo y que no es necesario apurarse. El duelo es como la digestión: no hay nada que puedas hacer para apurar el proceso. Toma tiempo y lo único que puedes hacer es tratar de atravesar todas las etapas y no quedarte fijada en alguna de ellas.

En todo caso es bueno recordar que esto también pasará.-

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El duelo complicado

 

Se denomina duelo al conjunto de situaciones que se ponen en marcha tras una pérdida,  no sólo psicológicas (los “procesos de duelo”), sino psicosociales, sociales (el “luto”),  e incluso económicas. (…). Aunque en general, un duelo se refiere a la pérdida de un ser querido, es un proceso que también puede desencadenarse por la pérdida de un trabajo, status social o incluso ideales como la patria o la libertad.-

En el duelo «normal», son esperables algunas emociones, pensamientos o sentimientos que en el caso de un  duelo complicado se transforman en un estado en el que la persona se siente desbordada por lo que le pasa y utiliza conductas que aumentan la sensación de no avanzar hacia la resolución del proceso.

Siguiendo a Worden (2007) encontramos diferentes alternativas de duelo complicado:

  • retrasado: la reacción emocional surge tiempo después de la pérdida a través de un recuerdo o de una situación similar a la vivida con el objeto perdido (ej: navidades)
  • crónico: duración excesiva, no se puede pasar página.
  • exagerado: aparición de síntomas clínicos intensos: depresivos, ansiosos, etc..
  • enmascarado: la persona no es consciente de que sufre a causa de la pérdida, en su lugar aparcen síntomas físicos (dolores de cabeza, alergias, problemas gástricos).

En un duelo complicado suele estar presente:

  1. cambios radicales en el estilo de vida y evitación del grupo de amigos/familia asociados a la persona o situación perdida
  2. impulsos destructivos
  3. tristeza inexplicable que se produce cada año en la misma época
  4. Imitar a la persona fallecida
  5. desarrollo de una fobia a la enfermedad relacionada con la pérdida
  6. un acontecimiento poco importante desencadena una respuesta emocional excesiva
  7. imposibilidad de desprenderse de objetos del fallecido

Algunas intervenciones terapéuticas:

  1. realizar una biografía
  2. escribir cartas que no se envían
  3. construir diarios o libros de recuerdos
  4. recopilar imágenes sobre lo perdido
  5. escribir epitafios
  6. caracterizar la pérdida: qué, cómo cuando y cuanto se ha perdido, que ocupa su lugar
  7. elaborar historias, poesias, cuentos
  8. desarrollar rituales de alejamiento

Desde una perspectiva constructivista, se trata de crear un nuevo escenario otorgando significado concreto a lo que pasó y a cómo actuamos frente a ello.

«Una vez entendemos el cómo y el por qué de la pérdida podemos iniciar un proceso creativo de reconstrucción» ( Leila Nomen Martín) buscando un nuevo orden más allá de lo perdido.

Para saber más:

Nomen Martín, Leila : «Tratando el proceso de duelo y de morir». Ed. Pirámide (2008)

Tizón, Jorge :“Pérdida, pena, duelo. Vivencias, investigación y asistencia”. (2004). Fundació Vidal i Barraquer & Paidós

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Saber perder

Foto: Nina Berman

¿Que significa perder?

Perder es :

– Quedar privado de algo que se ha tenido ( una relación),

– Fracasar en el mantenimiento de una cosa que valoramos (un robo), –

– Reducir alguna sustancia o proceso (pérdida de habilidades físicas)

–  Destrur o arruinar (guerra) ( Neimeyer,2002).

Perder es una situación humana,  crecer es aprender a despedirse y eso en muchos casos por no decir siempre, es asociar pérdida a duelo.-

Ahora bien: el sentido que se le dá a esa pérdida depende de una serie complementaria, basada en :

  • historia previa de pérdidas,
  • significado inconsciente del objeto pérdido,
  • contexto interpersonal y objetivo,
  • momento evolutivo,
  • situación desencadenante.-

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Accidente de tren en Santiago: atender el duelo

Las muertes por accidente son más difíciles de elaborar que aquellas en las que hay una presunción de posibilidad ( enfermedad crónica, edad, salud precaria) debido a que es imposible anticiparse y elaborar las emociones y sentimientos además de los pensamientos asociados a la desaparición física del ser querido.-

No obstante, este duelo originado por un mótivo súbito no tiene por qué ser patológico, pero un duelo, siempre es un duelo. La ayuda psicológica inmediata va dirigida a aceptar la realidad de la pérdida, ya que la primera reacción es la de «este no puede estar pasando».-

Ayuda a la persona el rememorar cómo recibió la noticia, que hizo después, que pasó en el funeral o en el entierro.

Uno de los sentimientos más habituales es el de culpabilidad: «si  no» ó «si no hubiera»…»cogido ese tren, llamado antes, viajado ese día,  etc…» que sirve para no aceptar que un accidente es impredecible por definición y que lo que pasó YA pasó y no es posible cambiarlo.

Para ayudar a una persona en estas circunstancias- no siendo profesional- solo basta la escucha empática, que le permita hablar de lo que está pasando y del contexto : su vida con la persona desaparecida, el cambio, etc.., sabiendo que será imposible y poco recomendable evitar que sienta pena y tristeza. Esto que puede parecer una verdad de perogrullo tiene que ver con esas teorías de ver lo «positivo» más allá de toda lógica…..en el primer momento solo se trata de la aceptación y del dolor que esto implica.

Más vale, escuchar en silencio, acompañar activamente o un abrazo que una cascada de frases hechas. También es útil ocuparse de la continuidad del día a día, gestiones, llamadas de aviso, ir al banco, prepara la comida; facilitar la continuidad del día a día mientras el tiempo se detiene para el que sufre. Brindar las condiciones para que el otro pueda hablar, enojarse o llorar permite pasar a la siguiente etapa del duelo normal.

La palabra clave es respeto.-

En el caso de los sobrevivientes a un accidente, se aplica además el estar atento a la aparición del estrés postraumático : volver a vivir reiteradamente el accidente, anestesia emocional, insomnio, irritabilidad, ira, hipervigilancia, dificultad para retomar la rutina diaria, etc. Estos síntomas pueden aparecer inmediatamente o días después pero también puede aparecer como síntoma nuevo,   meses o incluso años después  En estos casos lo correcto es pedir ayuda profesional.-

Fuente: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2013/07/25/neurociencia/1374746694.html?a=88bea699e501e5e6f98b42322cce6ae7&t=1374825656&numero=

http://www.fundacionmlc.org/

 

Estrés postraumático: a propósito del accidente aéreo de Barajas

Foto: arkinetia.com Fernando Guerra: desde que recuerdo

Los allegados a víctimas de catástrofes necesitan «apoyo incondicional e información» pero también «vigilancia» pues un 20% de estas personas puede desarrollar estrés postraumático.

FUENTE: EFE. 2008 AGO

Así lo afirma el catedrático de Psicología Clínica de la Universidad de La Laguna, Wenceslao Peñate que además señala que ante una catástrofe surgen dos consideraciones, y una de ellas es:

  • el trauma que significa la pérdida repentina de un ser querido, lo que produce «un impacto inmediato», al contrario de cuando hay una enfermedad grave «y uno se adelanta a la pérdida y al final se alivia porque el ser querido ha dejado de sufrir».
  • La otra consideración es cuando se produce el fenómeno de «lo biológicamente incorrecto», es decir, que mueran los hijos antes que los padres o una pareja joven antes que otra anciana, lo que «no es esperable».

En el caso de la tragedia aérea de Barajas han muerto niños, adolescentes y gente muy joven «y el efecto sobre las familias es muy fuerte», añade.Tras la primera asistencia psicológica en situación de emergencia, lo que conviene es «clarificar la situación» y que las familias vean en la ayuda psicológica «un apoyo incondicional y algo que es muy importante, la información, pues la espera prolongada y no saber en qué situación está un familiar hace muchísimo daño».

«Una noticia mala es mejor que la larguísima espera», afirma el catedrático, quien subraya que se debe proporcionar toda la información que se pueda y a demanda del familiar, y lo que no se puede es «adelantarnos» a sus preguntas.

Peñate precisa también que la gran mayoría de las personas que han vivido una situación de drama y duelo se adaptan a la situación «aunque con mucho dolor y sin nunca olvidar al familiar».

Sin embargo un 20% de las personas pueden desarrollar estrés postraumático, y otro 20% demoran esta situación y aparece posteriormente. Una persona «aparentemente sólida» y que afronta con «frialdad» la desaparición de un allegado puede que esté «demorando el trauma, por lo que hay que vigilar y estar atentos».

A veces con el apoyo de trabajadores sociales, psicólogos y una red de apoyo social es suficiente, pero siempre es necesario mantener la vigilancia porque en el caso de pérdida de gente joven o un hijo el impacto psicológico es mayor.

En cuanto a la forma de afrontar el duelo, el catedrático dijo que hay personas que lo reviven y dramatizan la situación, como si «lo echasen fuera» y así «descargan».

Por el contrario, otras suprimen este proceso «y dicen: «tengo que salir adelante y no puedo estar todo el tiempo pensando en ello».

En este caso hay que ser prudentes porque  es psicológicamente útil revivir el duelo, a pesar de que cuando lo hacen hay problemas de sueño y «flashbacks».

Hay también un empeño social en que se reviva el duelo, en recuperar esos momentos, pero siempre se trata de un proceso individual, subrayó el catedrático.

Además puntualizó que la probabilidad de vivir una situación traumática muy estresante a lo largo de la vida es elevada, por encima del 70%, pero lo más llamativo de esto es que lo probable es que se produzcan dos situaciones de este tipo.

Fuente: psiquiatría.com